¿Qué nuevas tendencias jurídicas cree que configurarán el mercado en los próximos años? Cómo están respondiendo los reguladores y los responsables políticos al rápido crecimiento de los activos digitales?

Las criptomonedas se están convirtiendo en una clase de activos y una innovación generalizados y probados a lo largo del tiempo que están ganando adeptos. En todo el mundo se están realizando esfuerzos políticos específicos en las jurisdicciones que tratan de fomentar la innovación que mejora el mercado, proteger a los consumidores y atraer a los mejores cerebros, operadores e innovadores. Por ejemplo, la UE y el Reino Unido están adoptando la innovación en activos digitales y reconociendo la necesidad de claridad en los marcos normativos. En EE.UU., estamos presenciando el esfuerzo legislativo bipartidista más creíble hasta la fecha, ya que los legisladores reconocen la importancia y la necesidad de una regulación reflexiva y clara de los activos digitales, incluidas las monedas estables (por ejemplo, la Ley FIT para el siglo XXI y la Ley de Claridad para las Monedas Estables de Pago). Un aspecto fundamental de cualquiera de estos regímenes jurídicos emergentes es la claridad: claridad con respecto a las definiciones de los activos, el tratamiento jurídico, los requisitos de cumplimiento y mucho más. Con reglas de juego claras, los activos digitales pueden continuar su marcha, que ya dura décadas, para transformar positivamente los servicios financieros y otros sectores.

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Su trabajo en la política mundial de activos digitales debe plantear retos complejos, especialmente entre distintas jurisdicciones. Podría explicarnos cuáles son los principales retos a los que se enfrenta a la hora de armonizar normativas y políticas?

En realidad, considero que nuestro trabajo en distintas jurisdicciones es más una ventaja que una dificultad: dado que las criptomonedas son verdaderamente globales, es importante aprender cómo esta innovación está beneficiando a las personas y las economías en diferentes mercados y culturas, y garantizar que cualquier esfuerzo de formulación de políticas nacionales se base en estas enseñanzas. Por ejemplo, hemos visto de primera mano cómo los activos digitales han desempeñado un papel fundamental a la hora de ayudar a hacer llegar fondos de emergencia a los necesitados en situaciones de crisis, por ejemplo a Ucrania al principio de la guerra o a Turquía y Siria tras terribles terremotos. Además, podemos ver lo que están haciendo algunas jurisdicciones pioneras en lo que respecta a los marcos jurídicos y compartir lo que ha funcionado bien y lo que no tanto. En general, cuantos más conocimientos e intercambio de información podamos aportar a esta nueva clase de activos y ámbito de innovación mundiales, más probabilidades tendremos de avanzar en la armonización de los marcos normativos.

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Con su experiencia tanto en bufetes de abogados tradicionales como en empresas dedicadas a las criptomonedas, ha sido testigo de la intersección entre regulación e innovación. Qué oportunidades ve para fomentar la innovación dentro del marco regulador?

Existe la idea errónea de que los innovadores no quieren regulación, pero no es así en absoluto; el mayor impedimento para la innovación y la inversión continua es la falta de claridad. Una normativa clara permite a los innovadores sacar al mercado los productos que los clientes desean de forma segura. Esto es bueno para la economía, la innovación y la protección de los clientes e inversores. Por esta razón, estoy viendo lo importante que es contar con barreras claras que protejan contra los malos actores, pero que dejen espacio para la innovación: algunas jurisdicciones se están moviendo rápidamente para crear este entorno; las que no lo hacen corren el riesgo de salir perdiendo en esta área crítica del desarrollo.

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La ética y la responsabilidad corporativa son vitales en el mundo financiero. Cómo cree que se trasladan estos principios al espacio de los activos digitales?

La confianza es lo que sustenta los servicios financieros (y todas las industrias), los sistemas y el potencial. Y la confianza se construye con los usuarios finales a través de prácticas empresariales éticas y responsables. Hemos visto situaciones muy desafortunadas en las que esta confianza se ha roto por un comportamiento poco ético (es decir, fraudulento), y esto no debe aceptarse ni moralmente ni jurídicamente. Espero que el mensaje que se desprende de estos quebrantamientos de la confianza sea que tanto la industria como el gobierno desempeñan papeles importantes: la industria debe tomarse en serio su responsabilidad e invertir en cumplimiento y transparencia, mientras que el gobierno debe cumplir con su responsabilidad de crear unos guardarraíles claros y seguros que permitan prosperar a los actores buenos y responsables.